De amores y reclusiones: Mariquita Sánchez y Martín Thompson

"En Buenos Aires existía una institución eclesiástica 

donde los padres concurrían para depositar a niñas díscolas

que se permitían contestar sus designios"

Dora Barrancos, "Mujeres en la sociedad argentina"


Cuenta la historia que a fines del siglo XVIII, los jóvenes menores de 25 años que deseaban casarse debían contar con la autorización paterna, tal como lo establecía la Real Prágmática de 1776. Por aquellos tiempos, los matrimonios solían ser arreglados por los padres pero estaba prevista una acción judicial para el caso de que la hija o el hijo no obtuvieran la venia para casarse. Los padres alegaban razones de lo más diversas: limpieza de sangre, falta de virtudes, exceso de edad, falta de recursos e, incluso, fealdad del pretendiente. En caso de que los jóvenes optaran por la acción judicial, se iniciaba una causa por disenso.

Pero las cosas no eran tan simples: mientras duraba el proceso, muchas veces las jóvenes solían ser depositadas en la Santa Casa de Ejercicios Espirituales, fundada por sor María Antonia de la Paz y Figueroa e inaugurada en Buenos Aires en el año 1799. En aquella casa las jóvenes rebeldes permanecían en la más completa reclusión, bajo la estricta supervisión de las monjas.

Una brillante joven de aquel entonces, María de Todos los Santos Sánchez de Velazco y Trillo (la famosa Mariquita Sánchez, en cuya casa se tocó por primera vez el Himno Nacional Argentino) se topó con la negativa de sus padres a aprobar el casamiento con su primo Martín Thompson. Los progenitores la habían comprometido con Diego Del Arco y entonces la joven decidió acudir a la Justicia. Mientras se sucedían los trámites y se le concedía autoridad al virrey para permitir (o no) los casamientos que impedían los padres, transcurrieron tres años, período en el que Mariquita, de 24 años, fue depositada en la Casa de Ejercicios Espirituales mencionada anteriormente.

Relatan que a pesar del férreo control que ejercían las religiosas, Martin Thompson encontró la forma de visitar a Mariquita: disfrazado de vendedor de plumeros (o de aguatero, según los relatos), ingresaba por la puerta de proveedores (sobre la actual calle Estados Unidos) y los enamorados se contentaban con mirarse unos minutos.

El juicio se terminó cuando los jóvenes obtuvieron la dispensa y pudieron contraer matrimonio, en 1805.-


 

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