Hasta siempre, Julieta (V)

El 8 de setiembre de 1930, el presidente constitucional don Hipólito Yrigoyen, perteneciente al Partido Radical, sufrió el golpe de Estado liderado por el General Uriburu y fue derrocado; el anciano presidente fue apresado y se lo detuvo en la Isla Martin García. La noticia fue redactada por el poeta Leopoldo Lugones, quien ya había manifestado públicamente que el feminismo era "una enfermedad social, un mero agente de destrucción".

Por supuesto, Lugones era el único que pensaba de ese modo: los miembros de la paramilitar Legión Cívica Argentina perseguían comunistas y socialistas, anarquistas judíos y feministas.

El General Uriburu, quien tuvo el triste privilegio de ser el primer presidente de facto, gobernó durante un año y en ese período Julieta Lanteri se dedicó a atender en su consultorio de médica y a organizar inofensivas tertulias literarias, para distraer al gobierno golpista.

Los golpistas en el gobierno y muchos ciudadanos consideraban que el pueblo no sabía votar, de modo que era necesario crear ligas y legiones para defender a la autodenominada Revolución (que había sido, en realidad, un golpe de Estado). El secretario de la presidencia, fue el impulsor de este plan, secundado por le médico Floro Lavalle que se se dedicó a implementarlo: surge así la Legión Cívica Argentina, grupo paramilitar que recibió instrucción en los cuarteles.

El 20 de febrero de 1932 asumió la Presidencia de la Nación el General Agustín P. Justo, produciéndose al día siguiente manifestaciones de socialistas y radicales en varios puntos de la Ciudad de Buenos Aires, exigiendo "procesos a todos los responsables de la tiranía y castigo y disolución de la Legión Cívica". La respuesta de los paramilitares fueron fuertes ataques a balazos.

Mientras tanto, Julieta, reunida con otras feministas, puso en marcha la convocatoria de afiliadas del Partido Feminista y realizó un aporte de setecientos pesos para la campaña contra los golpistas.

Tres días después, el 23 de febrero, Julieta caminaba por Diagonal Norte y Suipacha; eran las tres de la tarde cuando sucedió lo imprevisible: un automóvil conducido por un miembro de la Legión Cívica Argentina subió a la vereda y la atropelló. Los intentos por salvarla fueron inútiles y falleció el 25 de febrero de 1932. Tenía cincuenta y nueve años.-

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