En el año 1911 la Municipalidad de Buenos Aires convocó a los vecinos de la Ciudad para actualizar sus datos de empadronamiento porque se acercaban las elecciones municipales de legisladores. La convocatoria estaba dirigida a los ciudadanos mayores, residentes en la ciudad, que tuvieran un comercio o industria o ejercieran una profesión liberal y pagasen impuestos. Julieta se dio cuenta que la convocatoria no explicitaba si los convocados eran hombres y/o mujeres y como lo que no está prohibido está permitido... se inscribió en la Parroquia San Juan Evangelista del barrio de La Boca. Julieta mostró al empleado que la atendió su carta de ciudadanía (que tanto trabajo le dio conseguir) y una copia de la ley 5098 que disponía que se renovara el padrón de la Capital Federal cada cuatro años. En el artículo 7, la ley establecía como condiciones para inscribirse en el registro: ser ciudadano mayor de edad, saber leer y escribir, presentarse personalmente a realizar el trámite, haber pagado impuestos comunales por valor de 100 pesos como mínimo o ejercer alguna profesión liberal dentro del municipio y tener domicilio en la Ciudad por lo menos desde un año antes. Julieta reunía muchos de aquellos requisitos y el empleado la inscribió, entregándole una boleta con el texto que abajo copiamos: "Inscripción Municipal. Sección 2ª, Mesa 1.Doctora Julieta Lanteri de Renshaw, de nacionalidad naturalizada, profesión médica. Domicilio en calle Suipacha Nª782 y que paga impuesto…. De $.... ha sido inscripta bajo en Nº 80". Cuando llegó el día de las elecciones, el 26 de noviembre de 1911, nuestra protagonista votó en la mesa correspondiente instalada en la iglesia. Ante la sorpresa general, Julieta entrega su documento al Presidente de mesa, Dr. Adolfo Saldías. En una época como la nuestra en que es difícil conseguir autoridades de mesa, quien recibió la documentación de Julieta era abogado, historiador, político, militar y diplomático; había sido vicegobernador de Buenos Aires, enviado Extraordinario y Ministro Plenipotenciario en Bolivia, diputado nacional… Volviendo a nuestra historia, el Dr.Saldías felicitó a Julieta y se mostró complacido por haber firmado el documento del primer voto de una mujer en Argentina y en Sudamérica. Después, la decidida médica se presentó en los dos periódicos más leídos en Buenos Aires (La Nación y La Prensa) y relató la experiencia. Las portadas del día siguiente dieron cuenta de la noticia. Las consecuencias de esta acción cívica no se hicieron esperar: poco tiempo después, el Concejo Deliberante sancionó una Ordenanza donde especificaba claramente que estaba prohibido el voto de las mujeres porque el empadronamiento se basaba en el registro de empadronamiento del servicio militar. Nobleza obliga, debemos informar que hay quienes dicen que la primera mujer que votó en Latinoamérica fue la ecuatoriana Matilde Hidalgo Navarro de Procel en 1924 (si nos atenemos a nuestros registros, la primera fue Lanteri). Increíblemente, Matilde tiene una historia más que parecida a la de Julieta… en muchos aspectos podríamos decir que es un calco. Pero habláremos de Matilde en una próxima entrega… por ahora nos quedamos pensando: ¿qué nuevos desafíos se presentarán en la vida de Julieta?
Julieta y el primer voto femenino en Sudamérica (III)
Marta Gaba publicó como Marta Gaba
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